jueves, 9 de febrero de 2017

La ciudad de las estrellas (Chazelle, 2016)

La película comienza bien, con un “plano secuencia” espectacular, rodado al amparo de las posibilidades que proporcionan los medios tecnológicos de nuestros días, que hace pensar en West Side Story,… Por desgracia, esa referencia se desvanece y  la película proporciona pocos momentos más de especial singularidad.
Aunque la fotografía es aceptable —y la cámara se mueve con cierta agilidad—, se aprecian demasiados detalles de elaboración poco cuidada, especialmente en la  iluminación, en las localizaciones y en la postproducción.
El guión es correcto, dentro de los estándares de la industria norteamericana, pero se apoya en un “mensaje” demasiado manido, que sólo hará las delicias de quienes sean benevolentes y, por lo tanto, propensos a disfrutar con la parte positiva de las cosas: quien se empeña en sus sueños, acabará triunfando. ¿Cabe planteamiento más infantil en tiempos tan "interesantes"? Ello se complementa con una adenda asimismo manida: el éxito impone sacrificar el “amor verdadero”…
Y poco, poquísimo más, para una película que, a mi juicio, dura demasiado (127 minutos). La extensión no se justifica mediante la inclusión de elementos que mantengan vivo un ritmo que comienza siendo trepidante y termina en tedio nebuloso de puré de guisantes; los guiños a la historia del cine y a la historia del jazz no disuelven la bruma. Desde el Cantor de jazz (Crosland, 1927) han sido numerosas las películas que han sacado partido de la faceta musical más relevante de la cultura norteamericana del siglo XX.


Entre lo más “ocurrente” acaso están las referencias metafóricas al James Dean de Rebelde sin causa (Ray, 1955) y a Nicole Kidman, que por razones “comerciales”, ya está condenada a papeles secundarios.  Por lo visto, salvo en excepciones monumentales, el star system funciona con las actrices hasta que cumplen los 50 años…  ¿Qué fue de Bette Davis? De la maldición de Cronos y del "sexismo" galopante, no se salva ni Julia Roberts.
A pesar de las peligrosas referencias endogámicas, los actores están bien, sobre todo, si con actitud malévola, cedemos ante las comparaciones odiosas: pero es importante advertir que la historia no es demasiado exigente en la vertiente interpretativa.
En suma, una película de la que apenas es posible destacar la mencionada secuencia que abre la película y algunos —muy pocos— momentos musicales. Dicen que es la mejor película que se puede ver estos días en salas comerciales…  Pues vaya panorama.

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