viernes, 6 de mayo de 2016

Así que pasen cinco años

Es una coproducción entre el Centro Dramático Nacional y Atalaya-TNT, que se presenta en el programa de mano en los siguientes términos:

"Cuando Lorca finaliza Así que pasen cinco años no podía imaginar que las premoniciones que aparecen en la obra se harían trágica realidad para él y para todo el país… “Cinco años… día por día” desde que firma el manuscrito sería asesinado en su propia tierra... En 1936 se abrió “un pozo donde cayeron todos”… unos literalmente y otros en sentido metafórico. Ochenta años después siguen algunos miles esperando que se les saque de aquellos “pozos”… por más que otros piensen como el Viejo de la obra que “la sangre se seca y lo pasado pasado”. En todo caso en la obra el único personaje real es el Joven; el resto resultan proyecciones suyas o diferentes encarnaciones de la “muerte”, en diferentes claves… siempre inquietantes.
La leyenda del tiempo, como la subtitulara Lorca, tiene una profunda influencia del surrealismo, así como de la experiencia vivida por su autor en Nueva York, que se plasmaría en sus poemas y El público. Ante la frialdad de la recepción de ambas por parte de sus más allegados solía decir que eran obras del ‘teatro imposible’ para su tiempo… que se valorarían cuando pasaran cinco décadas. Justamente en el 86, cuando se cumplían 50 años de su asesinato, Atalaya estrenó la primera versión, que suponía también el primer montaje de teatro de texto para nosotros y que nos daría a conocer por todo el país. Volver a él ha sido como regresar al paisaje de la niñez, tras realizar un largo viaje en el que hemos recorrido muchos otros de la mano de grandes autores."

Foto CDN



Creo que el primer párrafo del texto de Ricardo Inista despista más que ayuda a "entender" la obra de Lorca; aunque reconozco que activa ciertos "mecanismos" especialmente útiles desde el punto de vista de la proyección social; y, tal vez, también sirva para que el espectador menos avisado tenga a qué agarrarse ante una obra tan peculiar. No así el resto del texto...
La obra, que no llegó a estrenarse en vida de su autor, ha sido valorada como experimental, es decir, vanguardista, y concebida en un momento dominado por las posibilidades poéticas de las premisas surrealistas. Los postulados de Freud ofrecían un nuevo marco de experimentación creativa que intentaron aprovechar personalidades como Pabst, Brecht, Dalí, Buñuel... Hitchcock y, por supuesto, Lorca. Desde la voluntad de integrar el universo onírico y el de las instancias profundas, en principio, cabían dos posibilidades: construir las obras desde las estructuras tradicionales incluyendo elementos de las instancias profundas, tal y como hicieron Pabst, Brecht, Dalí y Hitchcock, o afrontar la aventura de generar nuevas estructuras derivadas, precisamente, de la nueva concepción del psiquismo humano descrita por Freud. En ese sentido se manifestó Bretón y en ese sentido se manifestaron muchos de sus seguidores.
Pero frente a Breton y a los surrealista "de etiqueta", se diría que Federico García Lorca en esta obra finaliaza en 1931, intentó una tercera vía: buscar el modo de sintonizar su capacidad poética, frecuentemente volcada hacia símbolos de sentido psicoanalítico, pero siempre construida desde el plano de la consciencia creativa, con el universo "paralelo" de "lo profundo", "lo onírico", lo que late entre las fuerzas menos controlables de la "esencia" humana.

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Desde ese objetivo, era relativamente fácil ofrecer un discurso poético, pero no tanto construir una obra de teatro, tal y como apreciaron quienes tuvieron que enfrentarse al hecho de montarla en vida del propio autor. Por desgracia, los casi cien años que han transcurrido desde entonces no han mejorado substancialmente la situación, al menos, par que la obra en su estricta meterialidad sea más digerible.
Las complicaciones derivaban de una cuestión trivial: aunque todos participemos de la estructura psíquica descrita por Freud, aunque todos estemos atrapados por nuestras represiones y nuestros impulsos, aunque todos estemos sometidos a la diabólica dialéctica entre el Eros y el Thanatos, a la hora de leer o contemplar un relato, una obra de teatro, o, en general, atender a un proceso de "comunicación fria", las herramientas que utilizamos como receptores derivan, ante todo, de nuestras capacidades cognitivas; por más que, por supuesto, siempre estén presentes los elementos de nuestro "universo interior" como condicionantes especialmente relevantes. Es un problema similar al que activan muchas formas de arte contemporáneo y, en general, aquellas que han de ser percibidas por nuestro sistema visual.
En suma, entiendo que el intento de Lorca por ofrecer una obra de teatro integrando sus planteamientos poéticos en una estructura de perfil surrealista abría problemas tan complejos como los engendrados por la intención de transformar La montaña mágica, de Mann (1924) en una película. Desde esa constancia, el trabajo de Ricardo Iniesta, pasaba (pasa) por afrontar el reto de establecer con el montaje un nexo de comunicación satisfactoria entre el espectador común (estadísticamente común) y la obra. Y reconozco que, en ese sentido, el montaje, de medida espectacularidad, cumple perfectamente esa función y, por supuesto, la de reforzar la brillantez poética del texto. E, incluso me atrevería a decir que, en algunos momentos, el espectáculo ofrecido es de tal entidad que desborda las limitaciones comunicativas del texto original, contando, incluso con la voluntad de ofrecerlo en su más estricta literalidad.

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A destacar el planteamiento escenográfico, cargado de referencias freudianas, que me ha hecho pensar en Geheimnisse einer Seele (Misterios de un alma, 1926), aunque también en la iconografía lorquina substanciada por la frecuente presencia de las obras del malogrado autor en los teatros de todo el mundo. También contribuye a la espectacularidad la iluminación. El vestuario colabora perfectamente al objetivo global.
No me ha gustado la parte musical, pero comprendo que el problema es más mío que del equipo responsable... Confieso que ciertas fórmulas lorquianas chocan frontalmente con mis criterios de "gusto".
Los actores están bien y, en algunos casos, muy bien.

En suma, un magnífico espectáculo que excepcionalmente recomiendo ver documentándose previamente sobre los elementos más sumarios de la obra. En este caso, el spoiler ayuda a "entender" lo que debe ser entendido, el universo de referencias incluidas en la obra, el carácter de los personajes desdoblados, el bucle temporal, la relación de las personas con la naturaleza y con la muerte, las diferentes actitudes sexuales, etc. etc. En ese punto, tanto la obra como el montaje ganan en potencial declamador y sugerente. 
Y para finalizar, sugiero al lector una malicia perversa: comparar la obra de Lorca con Un chien andalou, realizada dos años antes...

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