jueves, 17 de septiembre de 2015

La catedral de Pamplona: el patrimonio histórico como instrumento de apostolado

Durante este verano, la catedral de Pamplona ofrecía una exposición titulada "Occidens. Descubre los orígenes", en la que, mediante procedimientos "museísticos" se ofrecía al visitante un montaje concebido con la finalidad de transmitir la estrecha relación entre la cultura democrática actual y el cristianismo o, incluso, llegar un poco más lejos hasta definir la ecuación "cultura occidental = cristianismo". Se recupera con ello una tradición muy arraigada en los devocionarios con proyección en la iconografia, al menos desde el Renacimiento; según esa tradición, en cierto modo, heredada de hesíodo, la historia del hombre se articularía en tres "edades":  el paganismo, el judaísmo y el cristianismo. Me excuso por no argumentar nada ante una simpleza que enmascara la complejidad de un proceso histórico caracterizado, sobre todo, por la complejidad. Obviamente, el cristianismo caracteriza una fase importante del desarrollo histórico occidental, pero desde finales del siglo XVIII, el pensamiento no cristiano ha condicionado decisivamente esa evolución, aunque el porcentaje de cristianos en la actualidad se relativamente elevado (en teoría, el cristianismo sigue siendo la religión con más seguidores, alrededor de 1/3 de la población global).


Entre los muchos paneles "explicativos" de la exposición, merece la pena detenerse ante el dedicado a las "encrucijadas históricas":

"Cada etapa de Occidente ha supuesto una encrucijada:
1. la primera se produce en el encuentro entre el Cristianismo y la Antigüedad: hubo que elegir entre el paganismo o la fe cristiana. Decantarse por la fe cristiana supuso un gran avance de la civilización introduciendo en ella el sentido del progreso y de la historia.
2. La segunda se da en el paso de la Antigüedad a la Cristiandad medieval: Europa debe elegir entre dejar caer Occidente (ante el acoso del Islam por el su, de los vikingos por el norte y de los húngaros por el este), o dar la batalla por conservarlo. En Navarra la elección fue entre Islam o Cristiandad.
3. La tercer encrucijada se da en el paso de la Edad Media a la Edad Moderna. Esta época supone la elección entre la fragmentación y secularización de Occidente, o su renovación y expansión. Navarra se decanta por la renovación a través de la reforma de la Iglesia en unión con Roma, y por la participación en su expansión (y por lo tanto, la de Occidente) a través de su profundo espíritu misionero, cuyo mejor exponente es San Francisco Javier."

¿La implantación del cristianismo supuso que se introdujera en el proceso histórico la idea de progreso y la de la evolución histórica? ¡Extraordinario! Más sutil es el comentario sobre el Renacimiento y la Contrarreforma... Tampoco tiene desperdicio el dedicado a  "la modernidad relativista" que, en el fondo es una respuesta nihilista ante el desarrollo del conocimiento científico.
A pesar de los sesgos de los textos, comprensibles en una exposición que tiene por objeto la finalidad apostolar, la exposición concebida por el estudio Vaillo+Irigaray, ofrece muchos aspectos interesantes atendiendo a lo que se puede hacer con un montaje expositivo para transmitir unas cuantas ideas precocinadas; es decir, lo que se puede hacer mediante recursos museísticos adaptados a las capacidades sensoriales del ser humano, en el territorio de la "educación", la publicidad religiosa o la transmisión de ideas. Los montadores han recurrido a los procedimientos tradicionales, por supuesto, inclinados hacia la teatralidad, y a ellos han unido la posibilidad olfativa, con resultados espectaculares en algunos casos. Si pretendemos que los museos organicen exposiciones con gran capacidad para transmitir información, el camino marcado por esta exposición es, a mi juicio, ejemplar. En esa línea sólo me preocuparía un asunto: que se sintetizara el conocimiento histórico hasta transformarlo en consigna ideológica.



En la exposición había varias piezas de mi "negociado", entre las que destacan dos fragmentos de capitel y un plumier de marfil. Los fragmentos de capitel de pilastra ofrecen la misma modalidad aparentemente, teniendo en cuenta que una de ellas está muy mutilada. Lo que se aprecia en la mejor conservada nos habla de fórmulas habituales durante el siglo II. A destacar el tallo en "espiga", que marca el eje de las hojas de acanto, cuya configuración reapareceré en las fórmulas ornamentales del califato.


También me ha interesado el "plumier", procedente de San Miguel in Excelsis. En la cartela la pieza aparece citada en los siguientes términos: "Arqueta. Taller islámico posiblemente oriental ¿Siglos XI-XI (sic)? Marfil tallado, pigmento rojo y herrajes metálicos grabados. Santuario de San Miguel in Excelsis (Huarte Araquil)". La tapa es prácticamente idéntica a la conservada en el Museo Arqeológico Nacional; esa similitud indica la existencia de una "especialidad productiva" de escasa creatividad, en contraposición a las especialidades aúlicas materializadas en las arquetas islámicas, por lo general, infinitamente más elaboradas. Obviamente no podía tener el mismo carácter un bote concebido para contener algalia u otros perfumes caros que una caja pensada para los útiles de escribir.
Tal y como indiqué hace muchos años al dar noticia de la tapa del Museo Arqueológico Nacional, la existencia de esta pieza en Pamplona  refuerzan aún más la posibilidad de que todo el conjunto (con la de Toledo y la de Viena) fuera realizado en los talleres cordobeses, probablemente a mediados del siglo X.

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