lunes, 13 de mayo de 2013

La Contrarreforma del señor Wert

La actualidad

El pasado viernes, coincidiendo con las protestas de todos los sectores afectados, el gobierno español decidió detener el proyecto de la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad de la Educación; lo justificaron diciendo que no estaban resueltos ciertos flecos económicos... Frente a los juicios optimistas, no creo que de repente y milagrosamente, el señor Rajoy haya comprendido la "imposibilidad" de "mejorar la calidad de la educación" enfrentándose con casi todos los sectores interesados. Sería demasiado sensato y en España la sensatez es pecado mortal. Seguramente, durante los días sucesivos modificarán algunos aspectos relacionados con "la cuestión catalana" (suavizado de los asuntos lingüísticos y poco más) y la LOMCE reaparecerá en ambiente de soflamas para consumo interno.
Es obvia la necesidad de una reforma educativa radical; lo sabe cualquier bolonio. Las tasas de abandono son abrumadoras; la preparación con la que llegan los estudiantes a la universidad, lamentable; los índices de lectura, escandalosos; la formación cultural media, patética... Pero el argado tiene demasiadas aristas de filo cristalino... ¿Qué reforma?, ¿cómo hacerla?, ¿cómo transformar la estructura actual en otra más operativa...? ¿Cómo afrontar esta cuestión al borde de la bancarrota?
Desde hace muchos años, nuestros magnates se han empeñado en plantear la cuestión como si fuera un asunto para cenáculo esotérico o charla entre colegas... en los "medios" (de manipulación), según cuotas de participación establecidos a partir de los resultados electorales de cada momento o de la "línea editorial". Como si jugaran al Monopoly... Los conservadores con sus habituales letanías sobre la "libertad de elección" de centro y con sus cantinelas sobre la "calidad", con ese extraño sentido del humor que les caracteriza... Pero también son graciosas las plegarias ofrecidas por los generadores de opinión "progresistas" cuando proponen que se reúnan todos los sectores sociales interesados (partidos políticos, sindicatos, asociaciones de padres de alumnos, representantes de los centros, etc.)... Todos tienen clara la "solución" de la esencia intangible del problema pero, desde la promulgación de la LOGSE, de melancólica memoria y concebida por santones de la modernidad educativa, vamos de Málaga a Malagón.

¿La solución?

¿La solución? ¿Qué solución? ¿Encontrar un punto de equidistancia entre los intereses de todos? Por desgracia el problema es otro y, en la actualidad, tenemos demasiados datos que lo matizan en tonos diferentes a como suele aparecer en dichos debates o en las discusiones entre expertos de salón. 
¿Mejora de la "calidad educativa"? Desde el análisis de la propuesta, se deducen otras conclusiones. Apenas mejorar los bochornosos "datos" (encuestas) PISA, desentendiéndose de lo que el propio título de la ley sugiere, para forzar un escenario que disimule o devore el problema más escandaloso: la altísima tasa de fracaso escolar. Si el objetivo fuera otro, si realmente fuera "mejorar la calidad de la educación, la propuesta debería tener por objetivo las cuestiones medulares de ese fracaso: el ambiente familiar y el desarrollo de los niños en las fases más tempranas del proceso educativo... para empezar. PISA, que es referencia indiscutible en ambientes liberales, ha publicado algunos estudios en este sentido, que dejan en muy mal lugar la estructura del sistema español, sobre la que se está incidiendo con medidas siempre contradictorias al pragmatismo menos doctrinal.
Para justificar la rebaja de sueldos de los profesores, los medios de comunicación anexos a los sectores liberales —"dobermans gobbelianos"— han enfatizado que los profesionales "con plaza" trabajan poco y que los interinos son ignorantes...  Si quienes les dictan las soflamas no fueran alérgicos a la lectura, sabrían que uno de los factores más importantes en el desarrollo de las capacidades y aptitudes de los niños está, precisamente, en el reconocimiento social de los profesores (modelos finlandés y coreano). En ambiente mediático y social dominado por la referencia de la corrupción estructural y de los reality shows, desprestigiar a los profesores es apagar fuegos con gasolina.

Foto Alejandro D. Rueda
La torpeza no es nueva, porque aquí la marginalidad socioeconómica de los maestros es invariante castizo, desde los tiempos de las madrasas; hasta tenemos una frase hecha: "pasar más hambre que un maestro de escuela". En consecuencia, la carrera correspondiente es una de las que tienen menor demanda y donde se exigen calificaciones más bajas. Les pagan poco y además, les insultan los políticos... ¿Quién desea ser maestro en esas condiciones?
Para completar el escenario (teniendo en cuenta el objetivo definido en el título de la ley), aún quedaría mencionar el asunto de las "guarderías" o de la primera educación infantil. PISA ha documentado que, como era fácil deducir, los niños que padecieron educación infantil deficiente en las fases tempranas tienen más posibilidades de fracasar en sus estudios que quienes asistieron a centros más eficaces. ¿Deseamos mejorar el sistema educativo? No hace falta intercambiar opiniones de todos los sectores interesados; basta con escuchar a los profesionales y, si se quiere, fomentar debates entre ellos y, desde sus conclusiones, imponer sentido común...

Conclusiones

Seguramente de esos análisis saldrían pocas conclusiones... Tal vez: la conveniencia de reorganizar lo antes posible las primeras fases educativas, la de poner bozal a los dobermans de Goebbels y la de proporcionar a los profesores la situación económica y social que les permita sentirse orgullosos de su trabajo... Como se ha cansado de indicar el profesor Marina, no hay que gastar más, hay que gastar con sentido común.
Si realmente deseamos modificar el Sistema Educativo, incluso, sin salir de los "modelos liberales", sería obligado empezar por los cimientos y, poco a poco, diseñar ajustes de aplicación progresiva hasta llegar a la universidad, asimismo necesitada de reformas radicales. El proceso requeriría no menos de 15 años y los frutos se percibirían a largo plazo, pero... ¿qué partido político respaldaría una iniciativa de este tipo? Por desgracia, a los del Monoply les cumple con diseñar normas y leyes, que justifiquen sus privilegios entre quienes les votan, aunque sean tan útiles como las rogativas.
Creo que somos pocos quienes percibimos "cosas interesantes" en la reforma del señor Wert. No me importa declararme en ese grupo, pero matizando que también percibo "cosas aberrantes" y que el balance no es, precisamente, positivo... Sospecho que con la educación sucede lo mismo que con el resto de las circunstancias del complejo cultural hispano: tal y como están las cosas, toda propuesta, por muy bien intencionada que sea, está condenada a ser apaño patético por pueril. Componemos una sociedad pobre, retrasada, matizada de fanatismo y superstición y tenemos el sistema educativo que nos corresponde. A lo mejor por ello consentimos que los "sectores interesados" se pasen la vida mareando la perdiz e imponiendo programaciones y contenidos demenciales para que permanezcan en situación cómoda los hijos de quienes tienen mejores posibilidades económicas.
Sospecho también que ahora mismo, en las mentes preclaras de los círculos políticos relacionados con el asunto educativo —tanto en el PP como en el PSOE—, tienen claro el objetivo práctico de convertir el Sistema Público en una especie de vía Low Cost, antesala de la formación profesional; al menos, mientras el problema de las minorías escasamente integradas no esté resuelto. Y deduzco que la contrarreforma Wert proporcionará mayor amparo normativo al descaro de los centros concertados para esquivar estos inconvenientes. Los niños formados en colegios problemáticos necesitarán más esfuerzos que los de ambientes más favorables...Y es fácil imaginar las consecuencias...
Desde la praxis política del modelo actual, la cuestión educativa adquiere matices especialmente sombríos: Formar "buenos profesionales", ¿para qué? ¿Cuántos años tardaremos en salir del 50 % de paro estructural entre los jóvenes? Y desde ese dato, ¿para qué gastar dinero en educación?

Epílogo

En todo caso, proponer un sistema nuevo contra la voluntad de los sectores profesionales implicados sólo garantiza dejar en el limbo de las revoluciones pendientes el problema educativo. A lo mejor ese es el objetivo real del señor Wert, que según dicen es "muy inteligente"... 
La Contrarreforma del señor Wert no afronta los problemas de la educación pero sí los de las deudas políticas asumidas desde su propia raíz sociológica católica. En lo aparente, la  LOMCE parece un gesto para ofrecer a sus votantes una fórmula satisfactoria que combine el hundimiento del Sistema Público y la "mejora" de los colegios confesionales, según los criterios de la OCDE.
Para completar el marco analítico, aún deberíamos advertir que "recuperar" la asignatura de religión, está en las antípodas de las fórmulas más obvias para mejorar el desarrollo educativo de los jóvenes, en las sociedades democráticas. "Adoctrinar" es contrario al objetivo de formar personas creativas, inteligentes y con capacidad crítica. La formación de personas libres impone rebajar drásticamente el peso de los factores contrarios al progreso cultural, tal y como éste se entiende en Occidente desde, al menos, el siglo XVIII. Sólo en los países donde el peso de lo religioso es muy grande discuten esta obviedad... Por lo que se ve, España es uno de ellos.
Quienes están planteando esta Contrarreforma no pueden ser tan estúpidos como para creer que los objetivos endógenos tengan sentido en nuestro actual contexto sociocultural, pero tienen la virtud práctica de centrar el debate en asuntos marginales (como la Educación para la Ciudadanía) para desenfocar una de las debilidades más importante del sistema: que, frente a lo que sucede en casi toda Europa, una parte muy importante de la actividad educativa esté en manos de quienes contemplan el futuro como una amenaza.
La Contrarreforma educativa garantiza "protección moral" frente al detestado "relativismo"... En suma, seguiremos siendo la "Reserva Espiritual de Occidente" (con mayúsculas ampulosas).

Con estos planteamientos sólo una cosa está clara: nuestros nietos seguirán perteneciendo a un país retrasado (tanto en lo económico como en lo cultural) y padeciendo malos resultados educativos.
Tanto fraile... y no tenemos cura.

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