lunes, 3 de septiembre de 2012

¿Para qué sirve la Universidad Pública en España?

Un incidente sintomático

Los medios de comunicación informan de la accidentada apertura del curso en las universidades públicas de Madrid. El acto solemne previsto ha sido boicoteado por grupos de personas que no han parado de pitar y corear las consignas habituales desde que se conocieron los cambios que la crisis "imponía" en la actividad universitaria. Interpelado por los periodistas, sobre si sería "normal" que se produjeran estas reacciones por parte de la gente,  Jon Juaristi (Director General de Univeridadades) , ha respondido: "—Esta no es la gente."
Al oír el comentario huidizo del señor Juaristi, mi mente ha regresado a los días anteriores a las vacaciones, cuando tuve una de las experiencias más deprimentes de mi vida profesional y reconozco que, en mis múltiples "reencarnaciones", he vivido muchas poco edificantes.

Una reunión informativa

Se nos había convocado a una reunión informativa el día 28 de junio en la sala de juntas... El decano, con gesto adusto, que me recordó la agonía unamuniana,  nos explicó que debíamos afrontar "entre todos" una restricción radical del gasto, que suponía (supone) para la Universidad Complutense ahorrar 44 millones de euros hasta final del año 2012. ¡Vaya papelón!
Y nos ofreció algunas cifras... "Se podrían" reducir 8,9 millones de euros en las nóminas del PDI (personal docente e investigador); otro tanto en las del PAS (personal de administración y servicios).  ¿Con qué criterio...? "Se podría" despedir a los profesores asociados... Al fin y al cabo, se supone que esos profesores deben acreditar actividad profesional relevante para ser contratados y, en consecuencia, no se quedarían en la calle. Pero... ¿Esos profesores no eran garantía de conexión con la profesionalidad más acreditada? ¡A la mierda la conexión! Por añadidura, como es frecuente en España, los principios teóricos sobre los que descansa la normativa vigente derivaron en meras formalidades hace ya mucho tiempo y, en consecuencia, una parte importante de los profesores asociados no tienen otro trabajo.
También  "se podrían" incrementar los ingresos por tasas en 49 millones. Pero podría suceder que las facultades dejaran de ser competitivas frente a las privadas. ¿Competitivas...? ¿En qué sentido? Con una tasa del 50 % de paro entre los jóvenes, es difícil establecer criterios de competitividad. Pero se pueden hacer trampas, como se hacen en la educación secundaria. Ya no se trata sólo de asegurar calificaciones elevadas, sino de asegurar salidas profesionales hacia las empresas del mismo círculo de intereses... tal y como ya se está haciendo.
Es previsible que, por esa parte, la situación actual derivará en sainete burlesco: con horizonte de paro muy elevado, suben las tasas  y al mismo tiempo mengua la calidad, porque es imposible que ésta suba con profesores convertidos en funcionarios cabreados y mal pagados. Es "la lógica de los mercados", porque sólo los imbéciles confunden valor con precio. La lógica del valor, que debería ser referencia universitaria imperativa, deja su lugar a "la lógica" del precio, a "la lógica" de los mercados, cuya eficacia y "bondad social" ya hemos tenido tiempo de apreciar... Y desde ese absurdo objetivo de déficit, contemplado desde la Universidad... ¿Qué sucede con las personas de escasa capacidad económica? ¿La Universidad no debería manifestarse sobre la marginación de las personas con menos recursos? Además, existe un dato que, a mi juicio, enfocan mal los sectores "progresistas": los precios elevados no vana facilitar que "sólo se matriculen los hijos de los ricos", porque éstos se marchan a USA o a Inglaterra, a formarse en las universidades más acreditadas y de mayor proyección profesional... Los precios elevados sólo van a incrementar los gastos de quienes estudian en España...
Lo más deprimente: según las palabras del decano, no habría alternativa, porque si no fuéramos capaces de afrontar ese "sacrificio", la Comunidad Autónoma, nos intervendría e impondría "ajustes salvajes". ¡Argumento contundente! Dicho de otro modo: el rector juzgaba conveniente asumir los sacrificios para evitar que éstos fueran impuestos según los criterios políticos del séquito de Esperanza Aguirre, que tienen olvidadas las recomendaciones de Baltasar Castiglione —en el supuesto de que las leyeran en alguna lejana ocasión—, pero muy frescas las ideas de Valdano. ¡Es el mismo argumento empleado por el presidente del Gobierno para justificar los recortes sociales! "Si no los hacemos nosotros, vendrán los hombres de negro"...  ¿A eliminar cucarachas como "marats" redivivos?
Recordé las indicaciones realizadas por los santones del sistema liberal: los mercados se equilibran solos... Recordé también el argumento de aquella película no muy brillante de Robert Redford  "Leones por corderos"...  Y sobre todo, recordé cómo define las funciones de la Universidad la Ley Orgánica 6/2001 de Universidades (artículo 2):

"Son funciones de la Universidad al servicio de la sociedad:
a.  La creación, desarrollo, transmisión y crítica de la ciencia, de la técnica y de la cultura.
b. La preparación para el ejercicio de actividades profesionales que exijan la aplicación de conocimientos y métodos científicos y para la creación artística.
c. La difusión, la valorización y la transferencia del conocimiento al servicio de la cultura, de la calidad de la vida, y del desarrollo económico.
d. La difusión del conocimiento y la cultura a través de la extensión universitaria y la formación a lo largo de toda la vida".
¿Creación? ¿Desarrollo? ¿Crítica? ¿Al servicio de la calidad de vida? ¿Formación continua?...
¿Qué habría tomado el legislador?

Si nuestras autoridades académicas son incapaces de salir de la dialéctica infernal impuesta por los mercados y entienden que lo más conveniente es recomendar la aceptación de las decisiones encaminadas a mantener el establishment (habrá que recuperar los viejos términos), a lo mejor eso es lo más oportuno; si no encuentran argumentos lógicos y políticos para enfrentarse a una medida demencial, la Universidad ha dejado de cumplir la función social que tradicionalmente asumía, como entidad a la vanguardia del desarrollo y transmisión de los conocimientos "atesorados" en las diferentes Facultades. Si desde la Universidad no somos capaces de explicar la propia función frente a situaciones como la actual, si no somos capaces de plantear alternativas, es que sólo componemos una entidad administrativa encargada de organizar "actos académicos" para solaz de dignidades y profesores ancianos, para regalar minutos a Tele Madrid y para entregar títulos mediante un procedimiento al que no son ajenos la untuosidad, el engaño y el paripé.  Y si es así, acaso debiéramos asumir un papel muy secundario en el orden de las prioridades sociales; por supuesto, muy por debajo de la enseñanza secundaria.
En definitiva, tal y como están las cosas, en España ya no hay espacio para la Universidad como Templo de reflexión, investigación y transmisión de conocimientos; esas actividades, muy mal vistas desde el poder, quedan para la Puerta del Sol, para los perroflautas, por supuesto, si la autoridad lo consiente. Sólo queda espacio para parroquia preconciliar...
Y los jóvenes brillantes, mejor o peor formados aquí, seguirán marchándose a buscarse la vida donde existan posibilidades formativas y profesionales alejadas de los contratos esclavistas que induce el amancebamiento entre una normativa aberrante y tasas de desempleo desbocadas. Aquí la sociedad valora mucho más a Belén Esteban que a jóvenes con Premio Extraordinario de Licenciatura.

La Universidad como la Enseñanza Pública

En esta tesitura, es natural que el contribuyente se pregunte si, en un país arruinado y estructuralmente retrasado, la Universidad, tal y como está planteada ahora mismo, sirve para algo más que para otorgar títulos inútiles previo pago de las matrículas...
Desde hace años los problemas de la Universidad han crecido considerablemente, porque no se ha querido afrontar las endemias, y porque el plan Bolonia se ha interpretado en España como un reglamento administrativo desconectado del estado actual de los conocimientos y enfrentado al sentido común más elemental. Y en lugar de intentar prevenir las consecuencias que ello derivará a medio y largo plazo, los políticos han tirado por la calle de en medio, con un objetivo tácito obvio: despejar el camino al desarrollo de las universidades privadas, que tenían muchas dificultades para competir con la Universidad Pública, tal y como se había consolidado durante el siglo XX. Es decir, han apostado por hacer lo mismo que con la enseñanza media.
Nuestro rector, como casi todos los rectores de España, han asumido agachar la orejas y recomendar sacrificios... ¿Para qué? ¿Para que sean "más interesantes" los contratos basura que ya están ofreciendo las universidades privadas a los profesores de cierta inquietud? La decisión de marras coloca a los profesionales universitarios con mayor dinamismo personal y profesional en el disparadero; y naturalmente, no se van a marchar solos.
Para salvar la cara, los políticos de los partidos mayoritarios han preconizado ante los medios para consumo de quienes les votan una "universidad de excelencia", construida mediante "normas rigurosas" —farragosas— que, en la práctica sólo sirven para eludir responsabilidades en cascada: la culpa de que las cosas nunca salgan bien siempre es de los conserjes. ¿Quién cree que la calidad de una universidad se construye mediante "normas rigurosas"? Tras muchos años de esfuerzos que no calificaré, hemos construido una universidad en la que lo importante se materializa en las "fichas oficiales" de las asignaturas, porque los profesores son, ante todo, funcionarios que tienen la obligación de impartir los contenidos recogidos en ellas, que parecen concebidas para salvar la cara ante quien pudiera exigir responsabilidades. Se ha llegado a una situación tan surrealista, que si atendemos al contenido de las "fichas", con la expresión de habilidades y competencias recogidas, nuestras Universidades deberían estar en unos niveles de excelencia estratosféricos
Y es notorio dónde están nuestros centros...


¿Soluciones, alternativas?

Sabemos que en España se está haciendo política en beneficio de los intereses financieros... aunque ello suponga una hecatombe. Tal y como están las cosas, el futuro de la universidad española (pública y privada), condicionado por esa situación estructural, es de blanco azabache...
En la Europa desarrollada se afronta la crisis incrementando los presupuestos de investigación y desarrollo; en España, justo lo contrario: en tiempo de crisis, hundamos aún más la educación y abandonemos la investigación...  ¡Con las comisiones que proporciona la importación de patentes! En España, los dirigentes políticos y las minorías sociales que los sustentan aún no han comprendido que la estrategia de Unamuno conduce al grito de Millán-Astray. O a lo mejor lo saben muy bien y por eso lo hacen, para favorecer el regreso a los "tiempos heroicos" de los almogávares. Pero que lo hagan los rectores y lo suscriban con gesto grave los decanos desconcierta y, sobre todo, deprime...  ¡Con la cantidad de dinero que se podría ahorrar aplicando las propuestas que circulan por Internet!
No sé cómo quedará el asunto con la cascada de medidas demenciales dictadas según la coyuntura, pero no creo que las circunstancias globales mejoren significativamente. Hace años me sentía orgulloso de ser profesor; hoy me da vergüenza. A partir de ahora, cuando me pregunten el oficio, aunque me ardan la entrañas, diré que soy funcionario en un negociado kafkiano, donde no hay espacio ni para contemplar Brazil con media sonrisa en los labios.
Estoy de acuerdo con Jon Juaristi. Quienes han boicoteado la apertura del curso oficial en las universidades públicas madrileñas no eran universitarios, porque éstos conocen la importancia de asumir pasivamente las directrices dictadas por quienes tienen el poder. Está grabado en letras griegas (para mayor solemnidad) sobre la piedra de la fachada de los Colegios Mayores de la Universidad de Salamanca, desde hace 500 años:
"La Universidad a los Reyes y los Reyes a la Universidad"
Como soy republicano, se me ocurre que, para dejar testimonio a la posteridad, el rector podría encargar un medallón similar con los bustos de Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre para el antiguo Colegio Mayor José Antonio (actual Rectorado)... Acrecentaría el patrimonio artístico, quedaría chulo y materializaría la continuidad cultural.

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