lunes, 14 de mayo de 2012

Legalidad, legitimidad y presunción de inocencia

Se ha cumplido un año de uno de los acontecimientos más importantes del pasado reciente español y aún se oyen ladridos y estúpidas letanías para consumo de los sectores que definen mayorías políticas en las urnas... Quienes están ahora en el poder —como quienes estaban hace unos meses— se agarran al clavo ardiendo de "la legalidad" derivada del proceso electoral, esa "legalidad", que en España ha perdido por completo el necesario sustento de la legitimidad para convertirse en el negocio turbio implicado en una frase célebre: "Vote early and vote often" (Alphonse Gabriel Capone dixit).
Todo lo que se hace desde el poder "es legal" por razones obvias: de él dimana la legalidad; y cuando no es así —como en los casos de corrupción con recochineo— se impone el otro gran principio de conducta social que hace pensar en las pocilgas: el principio de presunción de inocencia. ¿Quién se pude oponer a la presunción de inocencia? ¿Quién al principio de legalidad?
Y sin embargo, estos falsos dilemas no son nuevos; son tan viejos como la hipocresía y el engaño. Hasta existen "figuras" jurídicas para catalogarlo: el "fraude de ley", "abuso del derecho"...  El Código Civil español, en su artículo 7 dice:
1. Los derechos deberán ejercitarse conforme a las exigencias de la buena fe.
2. La Ley no ampara el abuso del derecho o el ejercicio antisocial del mismo. Todo acto u omisión que por la intención de su autor, por su objeto o por las circunstancias en que se realice sobrepase manifiestamente los límites normales del ejercicio de un derecho, con daño para tercero, dará lugar a la correspondiente indemnización y a la adopción de las medidas judiciales o administrativas que impidan la persistencia en el abuso.
Poner lo uno frente a lo otro abre la disparatada complejidad de" nuestro" actual sistema de valores, de "nuestro" orden de prioridades. Y de nuevo recuerdo el proceso por la sombra de un burro (Friedrich Dürrenmatt)




No pude acudir a la Puerta del Sol el pasado día 12; estábamos en Segovia y allí apenas había espacio para iniciativas "disolventes"... La ciudad del acueducto se había convertido en un foro de entretenimiento infantil, por supuesto, sobre substrato educativo: durante estos días se celebra la edición de Titirimundi; y quienes habitan en la capital y los pueblos de la provincia se divertían "sanamente" —según criterios preconciliares— en ambiente familiar contemplando a esos entusiastas del espectáculo callejero, que cuentan con el privilegio de poner la gorra para vivir (pura economía sumergida).
En contrapartida, veinte o treinta personas, con un megáfono de escasa potencia, vigiladas por media docena de policías, testificaban frente al acueducto que también allí existe inquietud social, aunque el balance global fuera elocuente: de cada mil personas que ocupaban las calles segovianas, 999 estaban atentas a los espectáculos callejeros...
Tienen mucha razón los voceros conservadores: la mayor parte de la población tiene más interés por los espectáculos "artísticos"  como las marionetas o el fútbol, que por las decisiones del Consejo de Ministros. Y, de acuerdo con la actual dinámica cultural, es previsible que la proporción siga en esa escala. Cada vez hay menos espacio para la ingenuidad, el idealismo y la utopía. ¡Cristiano Ronaldo for President!
Pero aunque los indignados sean un sector minoritario de la población, aunque quienes dirigen a la policía lo hagan "legalmente", gracias al juego de las "mayorías" (en realidad, son minorías, porque el PP consiguió  la mayoría absoluta con el 30 % del censo) ofrecido por las urnas, cada vez tengo más claro de qué parte está el uso social de la ley.
Seguramente porque no soy el único en apreciar esa acotación ética, los medios "de comunicación" más extremistas llevan un año empeñados en ofrecer "noticias" sobre la naturaleza antisocial de los indignados, aplicándoles valoraciones sumamente explícitas: guarros, violentos, terroristas, "antisistema", malos estudiantes, malos trabajadores, delincuentes, vagos, etc. Sólo faltaba que les juzgaran "corruptos"... Pero al director de cierto periódico se le ha ocurrido una "genialidad": 15M = 15 MENTIRAS. Ya está: ¡También son corruptos!
Quienes controlan esos medios saben bien cuál es el objetivo: las personas que asumen ciegamente los juicios procedentes del poder, aquellos sobre quienes se fundamenta la "legalidad democrática", como se fundó la "legalidad franquista", la "legalidad absolutista" o la "legalidad feudal".  Y quienes controlan al resto, aún lo tienen más claro: las posturas demenciales de los sectores conservadores son respetables, porque en una democracia la libertad de opinión es sagrada. ¡La opinión por encima de todo!
Desde prismas críticos, debemos asumir la presunción de inocencia de quienes, amparándose en la estupidez de unos cuantos, no están dispuestos a perder sus privilegios, aunque ello derive en el caos económico o, incluso, en otra guerra civil, que ganarán porque la inmensa mayoría apostará por Ronaldo o por Messi. Hoy mismo la señora Cospedal ha recuperado los "argumentos" de H. Kissinger cuando las universidades norteamericanas forzaron una transformaron del cauce político: la legitimidad que proporciona la "mayoría silenciosa".
"Vote early and vote often" ¿Legalidad? ¿Legitimidad? ¿Presunción de inocencia? Simplemente, Goebbels.
Y mientras tanto, con ambiente wagneriano, Paul Krugman (premio Nobel de economía) vaticina un proceso que culminará —según su criterio— en un dilema que hubiera podido plantear cualquier indignado bien informado:

1. Greek euro exit, very possibly next month.
2. Huge withdrawals from Spanish and Italian banks, as depositors try to move their money to Germany.
3a. Maybe, just possibly, de facto controls, with banks forbidden to transfer deposits out of country and limits on cash withdrawals.
3b. Alternatively, or maybe in tandem, huge draws on ECB credit to keep the banks from collapsing.
4a. Germany has a choice. Accept huge indirect public claims on Italy and Spain, plus a drastic revision of strategy — basically, to give Spain in particular any hope you need both guarantees on its debt to hold borrowing costs down and a higher eurozone inflation target to make relative price adjustment possible; or:
4b. End of the euro.

A lo mejor el juicio de Paul Krugman no es acertado, pero... Carecerán de legalidad, serán minoritarios, guarros, violentos, terroristas, "antisistema", malos estudiantes, trabajadores peores, delincuentes, vagos, incluso, corruptos...  pero los indignados ofrecen propuestas optimistas, pretenden mejorar las cosas. En contrapartida, el discurso de los muy legales políticos liberales ha convertido a la mayor parte de los ciudadanos españoles en agentes activos de Titirimundi. 

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