martes, 15 de noviembre de 2011

Divulgación y pedagogía


Por Martín Peño.

El lunes 14 de noviembre se anuncia (diario Público) dos exposiciones con el título de ¡Volumen! y La persistencia de la geometría. El primero corresponde a  la muestra que se relizará en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) y el segundo a  la que se presentará en diciembre en Madrid en La Caixa.
Esculturas, pinturas, fotografías e instalaciones realizadas en un período que va desde los años cincuenta hasta la actualidad y centrada en el sonido como un elemento más de la producción artística. Las dos muestras nacen con una voluntad similar: la de reconstruir la memoria del arte reciente, y la de mantener un espíritu abierto que permita que crezcan las interpretaciones del acuerdo firmado hace un año entre la Fundación Macba y la Fundación La Caixa, para unir los fondos artísticos que atesoran ambas entidades. En este sentido se aclara que hay un presupuesto común pero modelos independientes a la hora de adquirir y programar obra. Para La Caixa supone un solape en cuanto a sus fondos, deficitarios relacionados con las décadas 60´ y 70´. El artículo está apoyado con los comentarios de Bartomeu Marí, director del Macba y comisario, y Nimfa Bisbe, directora artística de la Fundación de la caja catalana.
El enfoque del artículo se presenta interesante, ya que pone sobre la mesa el habitual tema en torno  a la divulgación del arte como elemento de conocimiento general y popular, en contraposición al elemento elitista intelectual y económico: “las instituciones culturales no sólo tenemos la obligación de explicar las obras hacia un público exquisito, sino también hacia aquellos que, demasiado a menudo, olvidamos" además Marí, opina que la relación con el arte debería ser desde temprano coincidiendo en el aspecto pedagógico con Bisbe. La fórmula de convenio entre instituciones es una práctica habitual, pero lo que en este tipo de contratos suele haber es cierto grado de “escepticismo”.
En torno a la función, habría que comprender que la labor de una institución cultural, no en su totalidad pero en su mayoría de carácter público, como es el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona no tiene porqué ajustarse a los intereses ni modelos de  gestión de una entidad privada como lo es La Caixa. Es decir, cuando se afirma la voluntad de realizar este tipo de colecciones, entendemos que  aunque supone un mismo fin, en el caso del ente público, su condición de ser, es la formación, divulgación y propagación de la cultura de forma general, y en este caso el hecho artístico. De manera que se plantea en qué medida se beneficia la entidad privada con respecto a la pública y viceversa.


La cuestión de los modelos de convenio o colaboración entre instituciones públicas con entidades privadas, en un país dado a los chanchullos y desvíos de fondos públicos siempre es delicada. Tendremos que acostumbrarnos a métodos donde la rigurosidad sea norma y haya gente adecuada en su labor, donde el bien público no sea centro de especulación, aunque se disfrace de buena intencionalidad y generosidad. Que las iniciativas independientemente de su carácter, redunden en el bien común, pero no de cualquier manera.  
Centrándonos en las exposiciones, a falta de ver la de Barcelona acudiremos a la versión madrileña. Según el director del Macba "la biodiversidad cultural es una condición para el desarrollo de las culturas, por tanto, que haya discursos y miradas distintas sobre objetos similares hace el panorama más rico". A parte de que esto parezca sacado de un documental de La2 sobre los indios del Amazonas, el comentario se entiende desde esa pluralidad de distintas disciplinas relacionadas con el arte. Pero nos preguntamos, y a la espera de que llegue a la capital para resolver la duda que nos asalta, si a lo que se refiere, es que si se expondrán unos fondos en los que se refleje un período de la historia artística del país con su idiosincracia y forma de entender el arte, deudora aún de una tradición artística academicista decimonónica o  una muestra ajustada a los gustos e ideas posmodernistas característicos de un arte internacional que aquí se dió con posterioridad y con ciertos matices. “La exposición ¡Volumen! no brinda últimas palabras pero sí ofrece hipótesis sobre cómo interpretar el profundo cambio que se ha producido en la materialidad de la producción artística desde el cambio de siglo hasta hoy". Esto nos pone en relación con los fondos de arte moderno autóctono del Reína Sofía, y la conveniencia de mostrar la particularidad cultural local en correspondencia con el arte que se daba fuera y su contexto.
Hay un momento del artículo, que parece como una luz al fondo del túnel. Que nos hace pensar   casi casi, que  hubiera vida; que se pueden hacer cosas con buen criterio y mesura: “las reducciones presupuestarias no han condicionado el acuerdo, la idea surgió antes de los recortes, aunque no se puede negar que ahora esta unión nos conviene mucho porque nos permitirá continuar programando en mejores condiciones. Creo que la respuesta más inmediata que pueden ofrecer los museos hoy en día es la de dar valor a las propias colecciones, y estos fondos son un capital muy importante en estos momentos", argumenta Bartomeu Marí. Y con la que está cayendo... ¿por qué no se hacían estos planteamientos antes del desastre?

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